Zeus es un incansable
conquistador y sus amores con diosas, ninfas y mortales llenan
una amplia página de la mitología. En el mito que nos
ocupa Zeus ha puesto sus ojos
en una bella joven asiática, hija de Agenor, rey de Tiro, en Fenicia, en la cuenca
oriental del Mediterráneo. Pide ayuda a su hijo
Hermes para la
preparación del encuentro y posterior rapto que va a ser
de los más historiados porque el dios ha decidido
metamorfosearse en un bello toro. Hermes va a ser el
encargado de conducir al rebaño de bueyes del rey desde
los altos prados hasta la playa cercana donde Zeus sabía que Europa y
otras doncellas de Tiro acudían a pasar la
jornada de diversión y asueto.
Zeus toma la forma de un
toro blanquísimo, de facciones nobles, que no infunde
miedo y se aproxima saliendo del rebaño hasta el grupo
de las jóvenes. Éstas se asustan al principio pero poco
a poco van cogiendo confianza con el manso toro que
acepta sus caricias y las guirnaldas de flores que las
muchachas trenzan para colocarlas entre los cuernos.
Europa llega a sentarse encima del animal, tan confiada y
ajena a lo que le espera. El toro besa los pies de la
joven, mientras sus amigas la adornan, y se dispone a
continuar su plan.
El animal
se incorpora y sin demora se lanza al mar con la ansiada
carga en su grupa. Las amigas se quedan en la costa,
sorprendidas, levantando las manos en gesto de sorpresa y
el grupo se introduce en mar abierto donde los Vientos
ayudan a avanzar y donde grupos de divinidades marinas
surgirán como cortejo.
Llegan a
las costas de la isla europea de Creta. Allí Europa dará
a luz a tres hijos, Minos, Sarpedón y
Radamantis dejando así la estirpe divina en la isla.
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FRESCO POMPEYANO (Siglo
I aC.) |
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PINTURA
DE NOEL-NICOLAS COYPEL (ROCOCÓ) |

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